La actitud en la capacitación

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En mis años de capacitador, he aprendido a vivir con una triste verdad: No se le puede enseñar nada a quien creé saberlo todo.

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Hace poco me preguntaban a cuántas personas he capacitado y qué he aprendido de ellas. Cuántas, no sé – respondí-, pero he aprendido tanto que no te lo podría contar en este día.

Pero comencé a platicar de la gran importancia que tiene la capacitación para muchas personas. A algunas, por ejemplo, les ha cambiado totalmente la vida cuando les ha ayudado a descubrir talentos ocultos y les ha elevado la autoestima. A otros, les ha preparado para abrir su propio negocio e incluso para resolver problemas familiares que ya se habían mezclado con los del trabajo.

¿Y qué es lo que más te duele de una persona que se capacite contigo? Lo que más me duele –contesté-, es una actitud de soberbia que les hacer perder el tiempo, porque si asisten al curso lo hacen en un plan de “no me vas a enseñar nada, porque yo sé más que tú”, o definitivamente no se capacitan porque nadie parece ser digno de mostrarles algo nuevo.

Leí una frase hace algunos años y la recuerdo constantemente: “Un no sé, es el inicio del camino”.

Cuando una persona con buena actitud reconoce que no sabe pero lo combina con un deseo de aprender, lo que puede lograr es increíble en poco tiempo. He conocido a mecánicos que en cosa de meses han superado a otros que tienen años en el medio. ¡Qué gusto ver que alguien pregunte, tome notas, compre libros y ponga cara de curiosidad cada que tiene la oportunidad de aprender algo nuevo!

Pero en el caso de que no sea por soberbia, ¿por qué algunos se niegan a aprender, si con más conocimientos les podría ir mejor? Existen varias razones para ello. La primera que les puedo compartir, es que nos han maleducado con respecto a la ignorancia. Se nos ha hecho creer que si preguntamos, es porque somos tontos, que si desconocemos algo es porque valemos menos.

No hay nadie que sepa todo de todo; pero no falta aquel que se burla de la ignorancia de los demás y eso provoca que algunos, para evitarla, no pregunten. Ante esto, pensemos que es mejor una burla de un minuto y no una ignorancia de toda la vida.

Otra de las razones por las que la gente se niegue a capacitarse, es porque tiene miedo de fracasar en un curso, dudando de su capacidad. Algunos me han comentado que pasaron muchos años antes de que volvieran a un salón de clases. Tal vez su última clase, fue en sexto de primaria y ahora se sienten fuera de lugar sentados en una banca.

En este caso, les he pedido que den el primer paso, que asistan y, no les niego que al principio se les dificultará por la falta de hábito, pero que al tiempo verán los resultados y esto los motivará.

Son muchos los que tal vez en la primaria, le tenían miedo a los libros y, ya de grandes, le han encontrado un gusto a la “escuela” porque descubren amigos, conocimientos y beneficios en la capacitación.

Quien tiene deseos de aprender, aprovecha cualquier oportunidad; quien no, desaprovecha todas. En resumen, podemos decir que esta es la importancia de la actitud. La diferencia entre un “No sé” y un “Ya lo sé todo”, por experiencia lo comparto contigo, es un mecánico que crece y uno que se queda estancado.

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